Sin duda, Juego de Tronos va ya a velocidad de crucero. En términos de espectáculo audiovisual, televisivo, el in crescendo está siendo notable. Las tramas se desanudan, para volver a atarse más a lo grueso luego. En todo caso, no hay transiciones: imagino que hay demasiado que contar, que siempre lo hubo, y ya sólo queda pisar el acelerador y atropellar la ilusión de lectores acérrimos.
Así, el sexto episodio abre a lo grande, donde se quedó el quinto: Meera corre por la nieve huyendo de la horda del inframundo, cargando con el cuerpo inútil de Bran, quien sigue en trance. Y en ese trance vemos cosas. “¡Quemadlos a todos!” grita alguien, a quien desde mi ignorancia me atrevo a identificar con el Rey Loco, el último monarca Targaryen. Bran oscila en sus visiones desde el futuro hacia el pasado. Vuelve a pasar la gran sombra imperial de los dragones sobre los edificios de una gran ciudad, seguramente Desembarco del Rey.
Vuelvo a mi teoría inicial, que completaré más adelante, aunque por lo demás no es nada novedosa: Daenerys desembarcará en Poniente en un Día D que dejará en bragas lo de Normandía, quizá en las Islas del Hierro, por aquello de la ayuda que quiere prestarle Euron; avanzará sobre la capital con su ejército multinacional y multiétnico, y, si la HBO decide hacer el all in que vieron los tiempos, allí se encontrará con la Horda de la Muerte. Caminantes Blancos y Daenerys junto a lo que quede de Lannisters, Starks, y demás compaña. El Partido del Siglo.
Dejo a un lado estos augurios y voy con Sam, quien arriba al feudo familiar. Todo lleno de miedos acerca de cómo van a recibirle, lo que encuentra es lo esperado: hospitalidad y comprensión femenina, y hostilidad masculina. Su hermano es el prototipo de noble medieval, radicalmente contrapuesto a él: menos luces que un yogur, adicto a la caza, sumiso con el fuerte e indiferente con el débil. Tal y como él esperaba, se desata la tormenta: su padre lo ridiculiza hasta descubrir que Eli es salvaje. Entonces llega la humillación absoluta. Pero el varón sólo ladra, pues las mujeres le plantan cara, no se arredran, y dejan las amenazas del patriarca en palabras.
La mujer sigue teniendo una dimensión excepcional en casi todas las tramas de la serie: en un universo dominado por la fiereza del hombre, en el que ellas son débiles y están expuestas a la violencia y a la violación, destacan en todas partes mujeres fuertes, resolutivas, con naturaleza de lideresas. Soportan todo tipo de vejaciones por parte de los machos, pero aguantan de pie. Al final ellas deciden, actúan, maquinan y ordenan: desde Daenerys y Cersei hasta la madre y la hermana de Sam, todas ellas hacen girar diminutos engranajes dentro de Juego de Tronos; engranajes que se revelan decisivos en el devenir de la serie, a pesar de la aparente posición de inferioridad de la que parten en este mundo de inspiración medieval.
¿A dónde marchará Sam? Va con una mujer y con un niño pequeño que no puede valerse por sí mismo. Y lleva acero valyrio. Su semejanza con el primer grupo, el de Meera, Bran y el Tío Benjen, queda patente: dos grupos liderados por un guerrero, una mujer valiente y alguien que en la marcha continuada puede resultar un estorbo. Sin embargo, los dos grupos convergen: quizá se encuentren en un punto intermedio entre el Muro e Invernalia, quizá lleguen los dos para la gran batalla entre Nieve y Lord Bolton.
Lo cierto es que tanto el grupo que guía el Tío Benjen, un alter ego de Di Caprio en El Renacido, y el que guía Sam, tienen algo que los Caminantes Blancos quieren y temen: a Bran y a la espada. “Cuando llegue el momento, tienes que estar preparado”, le dice Benjen a Bran. ¿Será capaz este chico de controlar un dragón con la mente?
En Braavos, todo transcurre más o menos por los cauces previstos. Arya no puede ejecutar el encargo que le habían encomendado. Porque Arya es buena. En el fondo de su espíritu conserva ese poso de bondad tan Stark, esa naturaleza amable y empática para con los demás que sin duda heredó de su padre. Descubre que la actriz a quien ella ha de dar muerte, tiene una rival: una actriz más joven que anhela su puesto, su rol protagonista en la compañía de teatro. Ella es quien ha encargado el asesinato.
Esto es un trasunto de lo que ella misma padece con su assassin tutora, esa viborilla que no puede ni verla. Por eso Arya escondió su espada en el primer capítulo de la pasada temporada: porque sabía, dentro de ella, que jamás dejaría de ser Arya, de la Casa Stark, hija de Ned Stark, Guardián del Norte. La sangre pesa mucho y ahora tendrá que batirse en duelo con su rival, que le tiene muchas ganas. “No es justo que las buenas personas sufran por culpa de las malas y las malas triunfen”, dice Eli en la escena anterior. Sin duda vencerá Arya en un combate agónico, y se enrolará en la compañía de teatro: es su puerta de regreso a Poniente.
En Desembarco del Rey, me lo van a permitir, tengo que ponerme de pie y quitarme el sombrero: el Gorrión Supremo es un maestro superior del arte político.
Se vio venir el golpe militar contra él y los suyos por parte de Lannister y Tyrell, y su respuesta es una envolvente que haría llorar a Karl Heinz Frieser, el que inventó la doctrina de la guerra relámpago: de una tacada, le come el tarro a Tommen, logra la aquiescencia de Margaery y une Iglesia con Estado, anulando el poder operativo de las casas nobiliarias. Bienvenidos al Absolutismo. Y lo pone en escena delante de todo el populacho de Desembarco del Rey, con lo que la legitimación pública barniza toda la maniobra. Plas, plas, plas.
Pero, ¿tiene los pies de barro el gigante que acaba de levantar el Gorrión para ganarle la partida a Jaime, Cersei y los Tyrell? A mí me apesta la aparente conversión de Margaery a la Fe, su sumisión, el cambio brusco de dirección: Margaery sabe más de lo que muestra. No así Tommen, un verdadero pelele que ha ido a zambullirse alegremente en la piscina de sangre de los gorriones.
Margaery tiene más ganas que Cersei de quitarse de en medio a este Mulá Omar de los parias. Por eso es interesante observar el movimiento al que a priori se ve obligado Jaime: marchar a donde Cristo perdió las sandalias con un ejército pagado con oro Lannister y cumplir con su palabra, recuperando un castillo. Es probable que éste sea un movimiento de falso retroceso que le sirva para conseguir aliados, matrimonios engorrosos y promesas hipócritas mediante.
Y al final, en ese Far West que está atravesando Daenerys hasta llegar a Meereen emerge, por fin, el dragón rebelde: parece que ya ha superado la pubertad, y es un muchachote robusto, maduro, dócil, dispuesto para la batalla. Daenerys se transforma, a ojos del pueblo dothraki, en una Super-Khaleesi, la Khal hembra más grande que cualquiera de los otros reyes que los dothrakis tuvieron antes.
Van a marchar sobre Poniente. ¿En qué barcos? Al llegar a Meereen, a lo mejor tiene un par de correos electrónicos urgentes de Euron el Intrépido.
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