Sunday, bloody Sunday en Juego de Tronos. Por fin se pudo ver uno de esos episodios que harían llorar de emoción a Tarantino, uno de esos capítulos que tanto nos gustan porque nos enfrentan a la violencia en su estado más puro: cómo no, corre a cargo principalmente de los hermanos Clegane, esa pareja entrañable que expresa sus sentimientos más íntimos destripando, desjarretanto, abriendo a gente en canal, cortando cabezas y sacándole brillo al filo de sus hachas.
No hay que juzgarlos, pues son unos artistas de lo sanguinario. Son ya muchos años perfeccionando su técnica, y si Picasso te pegaba tres brochazos y multiplicaba por cien mil el valor de un trozo de tela, ellos manifiestan lo que llevan dentro sacando afuera del vientre de sus víctimas lo que éstas, ejem, también.
“Nadie” comienza y termina en Braavos. Es un capítulo capicúa. No se nos muestra inmediatamente qué ha pasado con Arya, sino la estremecedora representación teatral de la muerte de Joffrey. Una actuación tan bien hecha, según los consejos dramáticos de Arya, que conmueve incluso más que el propio lamento real de Cersei. “No temas, hijo, todos los lobos están ya enterrados”, y esa frase resulta inquietante y quizá premonitoria.
Pero Arya está viva. La actriz se apiada de ella, y le da cobijo. También le ofrece un lugar en la compañía, que no va a Poniente. Sin embargo, Arya expresa en voz alta un deseo: quiere ir al Oeste del Oeste, como Colón. “Donde se acaban los mapas”, y habitan los dragones. Esto me hizo pensar por un segundo en la salida de Arya de la serie: una salida digna y pacífica, melancólica, pero tranquila.
El final de este episodio me lo desmintió, no obstante. Arya es una guerrera, y una Stark: sobre estos dos ejes marcha su vida, y así debe ser. Me surgen interrogantes acerca de su recuperación: milagrosamente, en la siguiente escena, tras darse una cabezadita, parece recobrada, como si tres o cuatro meteysacas en la barriga fueran como alfilerazos. La magia de la televisión.
Justo después emerge El Perro. Como esos viejos rockeros cuyo público, en los conciertos, siempre le pide que cante los temas que todo el mundo se sabe. El Perro aparece en pantalla y corta un par de cabezas, desparrama por el suelo el paquete intestinal de un fulano y le parte el pecho a otro. Todo ello en menos de un minuto y casi sin abrir la boca.
Finalmente encuentra a los miembros de la Hermandad, y se resuelve el misterio de la aparente perfidia de estos tipos: los que asaltaron la comuna donde se recogía El Perro eran unos bandolerillos que morirán por haber deshonrado el buen nombre de ellos. Me van a perdonar que no recuerde el nombre ni del tuerto resurrecto ni del otro: al primero lo llamaré “Solid Snake” y al otro, “el barbas”. Me da pereza googlear.
El caso es que la Hermandad está bien enterada de lo que se viene, y convencen al Perro de que se una a ellos. Con lo que tenemos, por fin, el gran destino redentor de Sandor Clegane: en la gran guerra que se avecina contra los Caminantes Blancos, todas las manos serán pocas.
Solid Snake y el Barbas tienen el mismo mensaje que el gurú del septo y que el Gorrión: “pertenecemos a algo más grande que nosotros mismos, que nos trasciende”. Es curioso porque, si no entendí mal, unos, los de la Hermandad, sirven al Señor de la Luz. Que es el mismo dios al que sirve Melisandre, tristemente desaparecida de la escena durante los últimos episodios. Sin embargo, el Gorrión es el defensor acérrimo de la doctrina ortodoxa de los Siete Dioses, lo cual me deja perplejo: el marasmo religioso de los Siete Reinos, lo confieso, sí que es algo que verdaderamente me trasciende. En el fondo todos están diciendo lo mismo, y aspirando a lo mismo. La unión entre la Corona y el Estado, en efecto, es algo que, antes que el Gorrión, ya consiguió la Bruja Roja con Stannis.
En Meereen, Lord Varys se marcha. La ciudad parece bajo control, la estrategia de Tyrion es la adecuada, el comercio fluye, incluso el pequeño caporal pretende emborrachar a Gusano Gris y a Missandei, “y necesitamos barcos y aliados en Poniente”. Y de repente, la hecatombe: Meereen en danger.
Es sospechosamente misteriosa la coincidencia entre la partida de La Araña y el ataque de los antiguos dueños de la ciudad. ¿Tendrá algo que ver? ¿Seré un malpensado? ¿Hay vida después de la muerte? La cosa es que La Araña no me inspira ninguna confianza. El doble juego forma parte de su vida. Es más: él es el doble-juego hecho carne, pues en la transmisión de la información ha fiado toda su capacidad de supervivencia, a lo largo del tiempo.
Su marcha de Meereen, además, coincide también con la confidencia que la eminencia gris de Cersei en Desembarco del Rey, el Doctor Bacterio que resucitó a La Montaña, le hace a la Reina Madre: “he descubierto el secreto de los pajaritos (de Varys, se entiende), y es mucho, mucho más”. Esto está relacionado, no me cabe duda, con el viaje de Lord Varys a Poniente, y reabre este escenario, aparentemente cerrado: ¿marchará a las Islas del Hierro, a negociar con Euron? ¿A Volantis primero? ¿No negociará nada en absoluto, y en realidad va a cubrirse las espaldas en Desembarco del Rey, a seguir jugando el juego de los tronos con Cersei y a recuperar su red de espionaje en la capital ?
¿Y dónde anda Meñique? La confluencia de estos dos maestros de la argucia me parece capital en el devenir de la serie. Sólo se apoyan a ellos mismos, eso está claro. La cuestión es saber por qué caballo apuestan. Seguramente el que les parece que huele más a victoria. En este caso, Daenerys es el mejor caballo de todos, pero cuando Lord Varys se marcha, la Madre de Dragones lleva mucho sin aparecer por Meereen. Y aunque nosotros sabemos dónde ha estado y qué ha estado haciendo, él no: la omnisciencia del espectador nos permite saber más que los personajes. ¿Creerá Lord Varys que la causa Targaryen es una vía muerta, y su viaje es en realidad, una huida? Muchas preguntas y pocas respuestas. Juego de Tronos se parece demasiado a la vida.
En la capital, Cersei se arriesga y pierde, naturalmente. Pues eso es lo que suele suceder cuando uno quiere dárselas de chulo, y no puede: que le parten la cara. En este caso, el Gorrión, consumadísimo Talleyrand de la política, hombre de Dios y genio del tejemaneje, le vuelve a dar lo que en mi pueblo se conoce como una hostia sin mano.
El show comienza con la aparición estelar de La Montaña: le arranca la cabeza a un militante de la Fe, en una performance muy celebrada por éste que les escribe. Qué pena que no se lo hizo al primo Lancel, uno al que, espero, la serie le tiene reservada una muerte especialmente digna de ser enmarcada y puesta en algún museo de los horrores.
“Elijo la violencia”, dice Cersei, echándole huevos. Y golpea primero. Suelta la rienda de su mastín de la guerra, Gregor Clegane, quien estaba ya nervioso por no matar, habiendo tantas cabezas rapadas a las que echarle mano. Pero ay, el Gorrión es más listo. Hace proclamar a Tommen un decreto, mediante el que prohibe los juicios por combate: La Montaña no defenderá a Cersei.
Pienso que Cersei ha cometido un terrible error de juicio táctico, enseñando su carta ganadora desde el principio (paseándose con ella por todas partes, de hecho). Su punto fuerte era, y lo vio bien el Gorrión, su punto vulnerable: Cersei se enfrenta ahora a un terrible juicio sin la fuerza hercúlea de su Robocop matarife. Ahora es una auténtica apestada en la corte, y su única posibilidad real es, de nuevo, Jaime.
Quien por cierto, demuestra un aplomo extraordinario logrando acabar con la resistencia del Pez Negro y quebrando moralmente a Marco Tulio Cicerón, digo, al magnífico actor que interpreta a Lord Edmure.
Previamente, Lady Brienne les ofrece a todos una sensata salida para desbloquear la situación de no retorno. Esta Brienne representa, sin duda, la figura del hidalgo mejor que ninguno de los otros caballeros de la serie. Es buena y es honesta, y sobre todo, es justa, no comete maldades. Pero está enamorada de Jaime, y eso ofrece interesantes implicaciones de cara al futuro: veo un puente entre los Stark y los Lannister, y ese puente es ella.
¿Acaso es una locura? Puede ser. Pero la tradicional enemistad entre ambas casas puede resolverse con algún tipo de alianza táctica inteligente de cara al futuro: ambas familias están profundamente heridas, y ambas familias necesitan apoyos fuertes. No cabe duda de que el orgullo de Cersei, o de Sansa, es inquebranteble: probablemente se dejasen matar antes de ayudarse mutuamente, por muchas razones.
Pero tanto los Stark que quedan como los Lannister acometen enormes desafíos en desventaja: los Stark, en Invernalia, afrontan por un lado la batalla contra los Bolton, que quizá ganen, en franca inferioridad numérica. Las clásicas relaciones de vasallaje con el resto de casas norteñas están, virtualmente, rotas.
Digamos que, por un lado y por otro, Lannister y Stark tienen que refundarse a ellos mismos, a partir de mimbres distintos y nuevos. Ambos tienen un miembro sobreviviendo en la otra parte del mundo: Tyrion ya ha superado la hostilidad entre su linaje y el de los Targaryen. ¿Por qué no un acercamiento así, en Poniente, una vez Cersei supere su juicio y Sansa y Jon recuperen Invernalia? Creo que el papel de Brienne puede ser el de mediador. ¿Quizá La Araña y Meñique, también, pongan o resten de su parte? Creo que es una posibilidad a explorar, sobre todo, de cara a la séptima temporada, cuando el invierno, de una rematada vez, llegue de verdad.
Finalmente, el destino de Arya se aclara. Su encarnizada hater viene a hacerle, de nuevo, una autocrítica afilada. Y acerada. Viene a terminar lo que empezó.
Arya, quien, intuyo, tiene la barriga recién cosida, está extraordinariamente bien para haber sido acuchillada hace dos días. Corre y brinca como un gamo por las calles de Braavos, huyendo de su hater, hasta que, por fin, los puntos se le abren. Vuelve a quedarse pálida, va a palmarla. Como una fiera salvaje, busca un rinconcito oscuro donde morir.
Pero, claro. A ella le enseñaron, en la cofradía de los nadie, a luchar sin ver. Luchar a ciegas. Tantos palos recibió estando ciega que ha aprendido a pelear muy bien así: de hecho, es la única forma que tiene para vencer a su oponente, tal y como ella mismo se encargó de hacerle entender de forma brutal al principio de la temporada. Ella ha vencido al Dios de las Muchas Caras pero, ¿y ahora? Dice que regresa a casa, y se reafirma en su identidad: ella es Arya Stark, y vuelve a casa. Me olvido pues de los sueños de circunnavegar el mundo.
¿Pasará Lord Varys por Braavos, a sacar dinero del banco, y se la llevará consigo?
La entrada Juego de Tronos 6×08: Nadie – Impresiones de un No Lector aparece primero en Los Siete Reinos.