Quantcast
Channel: Serie TV – Los Siete Reinos
Viewing all articles
Browse latest Browse all 899

Juego de Tronos 7×06 – Más allá del Muro: Análisis e impresiones

$
0
0

helen-sloan-hbo-photo-1-2

Por Antonio Valderrama

Y llegó. El gran capítulo. Con esto de las filtraciones de la HBO, los hackeos y en general esa sensación de puertas abiertas que está dando la distribución de esta temporada de la serie, aguardar hasta el lunes es una proeza. Esperar es un desafío monstruoso en esta era de la inmediatez, de la necesidad urgente que demanda ser satisfecha antes incluso de ser formulada. Cuéntenme entre las filas de los héroes que esperan. Es más difícil sortear los spoilers durante una semana que pasar un camello por el ojo de una aguja, pero que sea agosto contribuye: hay menos Internet. Llegó el día más esperado y al irse dejó una sensación indefinida, a caballo entre el estupor y la indignación, no sólo por lo que ocurre en el capítulo, sino por cómo ocurre. No obstante, quedan ya siete capítulos para el jaque mate final, y parece claro que la serie no va a esperar a nadie.

El capítulo tuvo tres ejes: Invernalia, Rocadragón y al norte del Muro, donde se cuece lo gordo. Fue un episodio largo, pero previsible, de una previsibilidad, en cambio, que no resta espectacularidad al show. Por que, si es verdad que Juego de Tronos transita ya el camino del poema épico (borrando consigo todos los matices y todas las texturas que la convertían antes en un prolijo tratado audiovisual del poder y de la corrupción moral del ser humano), entonces nada de lo que ocurre nos puede sorprender. Pero no por ello dejamos de leer la Ilíada.

Empezó con la cámara avanzando sobre la superficie de la mesa de Daenerys hacia el fuego de su chimenea, para acto seguido dejarnos en mitad de la nada helada con la compañía salvaje de Jon Snow. Por momentos, la caminata por entre los riscos congelados y la ventisca tuvo mucho de la escena inicial de Reservoir Dogs, con todos caminando hacia la oscuridad muy a lo chuleta.

706-beyond-jon-beric-2-768x511

Se producen entonces los mejores diálogos quizá de la temporada, entre unos tipos que van a morir (dentro de su lógica narrativa; nosotros sabemos que casi ninguno lo hará, porque ese es el truco de una serie cuyos personajes tienen trazadas ya sus líneas de vida) y se explayan, cada uno en su estilo. De Tormund el salvaje nos queda una reflexión sobre el orgullo de los jefes y sus repercusiones sobre sus subordinados quizá demasiado sutil para un bárbaro medio analfabeto. Este comentario tendrá su retorno al final del capítulo, pero no conviene adelantarse.

Hay en esta secuencia inicial un intercambio entre Jon y Ser Jorah Mormont que es muy interesante. ¿Quién es, de los dos, el bastardo? Cuando Ser Jorah rehúsa retomar Garra, la espada de su padre y que le corresponde por derecho. Hay como una transferencia de legitimidad dinástica en el gesto, como si el primogénito de una casa antigua e ilustre que ha sido deshonrado honrase a su vez al hijo putativo y lo declarase digno, por mérito, de un privilegio reservado a los aristócratas de cuna.

Otra de las perlas dialécticas es la que suelta Solid Snake Dondarrion sobre la misión del hombre en el mundo, del hombre honorable. Es una lectura sencilla y precisa: un rey es para su pueblo desvalido el protector, el proveedor de vida en un mundo condenado a morir (la muerte es invencible, como se creyó siempre hasta que nació un tipo en Galilea). También tiene su conque que esto lo diga alguien que ha sido resucitado seis veces.

706-beyond-beric-sandor-jorah-1-768x511

La caminata se va dilatando y los hombres sin miedo atraviesan paisajes espectaculares, cada vez más agrestes. Esta elongación del tiempo narrativo del capítulo hace todavía más forzado y casi ridículo lo que viene después, pero en la Ilíada los dioses también ayudan a los héroes a realizar proezas surrealistas. Hay que tomarlo así. De esta manera nos vamos a Invernalia, donde ocurren algunas cosas interesantes y también previsibles. Meñique ha conseguido meter una cuña entre las hermanas Stark. Los desvelos de este artesano de la perfidia han logrado sus frutos: Arya le lee a Sansa la carta de la discordia con unos cerdos desollados colgando y presidiendo la escena, en impagable ambientación escenográfica. La vida de las hermanas, y también de Jon, siguen condicionadas por la sombra de Ned Stark, que planea sobre todos sus huérfanos una y otra vez. En este panorama de nostalgia indestructible, Invernalia parece un tanatorio.

El éxito de Meñique al forzar la disputa entre Arya y Sansa ha sido destruir la máscara de desprecio con la que Sansa se dirigía a él. De repente, es un consejero, ¡el único! Se le confía, duda y vacila. Meñique lo aprovecha para limpiarse a Lady Brienne y mandarla lejos, a la ratonera de Desembarco del Rey. De este modo, Arya se queda sola, aunque no parece una mujer que necesite ayuda de nadie. Sola y con su secreto desvelado. Sin embargo, la última secuencia entre las dos, contra lo que se cree, revela que el lazo Stark es demasiado fuerte todavía.

Si antes decía que las líneas de vida de los personajes principales ya están trazadas, obligándoles a hacer lo que todos esperamos que hagan (lo que el show demanda como lógico), el arco narrativo de Sansa es de los más excitantes. Conserva aún un halo de ambigüedad fantástico en un relato general que se ha agarrado a sus moldes; se balancea entre su vanidad antigua y la experiencia de vida, que la ha hecho desconfiada, práctica y buena jugadora en el tablero de la intriga palaciega. Si tuviera que apostar, lo haría contra la vida de Meñique: están por descubrir sus posibles conexiones con los Lannister (o sus propias intenciones ocultas de convertirse en rey), y Jon regresa. Los huérfanos de Invernalia, aunque parecen jóvenes marines americanos recién llegados de Vietnam, cada uno con un trauma, han padecido demasiado como para no considerar la unidad familiar como un valor sagrado.

706-winterfell-sansa-2-768x511

En Rocadragón, asistimos al enésimo esperpento de Tyrion. Sin olvidar que la idea de marchar desde el Muro hasta lo desconocido en busca de un zombi para traerlo vivo es suya, intenta convencer a Daenerys de un asunto peliagudo para cualquier rey: la sucesión. Y sobre todo, para cualquier rey que aún no ha conseguido su objetivo vital, que es la supremacía en Poniente, y cuyas opciones en la guerra no están claras aún. Aunque al principio la Khaleesi realiza una noble defensa del antihéroe para ensalzarlo (fruto quizá del despecho de enamorada, pensando en Jon), termina por soltarle que sus ideas de bombero torero son culpa de su sangre Lannister y, en definitiva, por discutir ya abiertamente su valía como Mano del rey.

Lo de esta temporada es una penosa caída a los infiernos del personaje más interesante intelectual y humanamente de toda la serie. Cual Ícaro, parece que Tyrion no estaba hecho para volar alrededor del poder absoluto, y que su relación con éste era más épica o agónica: uno de esos tipos listos con casi nada que perder que resultan imprescindibles en situaciones de máxima urgencia, como la batalla de Aguasnegras. Su posición ante la reina parece debilitarse por lo mismo que se fortificó: a través de su sinceridad extrema y de su agudeza intelectual, el enano luce su ingenio y también exhibe sus defectos, de un modo insoslayable.

La exaltación de la figura del antihéroe, además de un rapto pasional de Daenerys, suena también a disculpa de la serie por la deriva homérica que está tomando el asunto. Cuando todo se inclina hacia el escenario apocalíptico que todos llevamos esperando desde que apareció un caminante blanco por primera vez en pantalla, los matices y las figuras contradictorias, llenas de claroscuros y de textura, puramente humanos en su relación para con el poder y entre sí, desaparecen, para dar lugar a los personajes de mármol, graníticos y unidimensionales, sólo válidos para que los juglares canten después sus hazañas. Y un antihéroe no es nada de eso. La serie estaba llena de ellos.

image-iloveimg-resized

Daenerys parece lamentarse ante Jon de que ya no existen esos antihéroes. Además, se lleva haciendo constantemente, en los últimos capítulos, un especial hincapié en la tabla rasa de la bondad para construir un nuevo mundo. Como si todas las cosas perdurables en la Historia no se hubieran hecho a base de “traiciones y masacres”, aunque, viendo el resultado de la expedición al círculo polar ártico de Jon y su tropa, habría que añadir que también a base de disparates.

Llegamos al punto de no retorno, como cuando los aviones despegan. Los samuráis en la nieve se topan con un oso zombi. Dada la dificultad con la que se deshacen de él, da miedo pensar qué puede pasar cuando se tengan que enfrentar a un dragón zombi. Ups. La cosa es que termina el tiempo de la cháchara filosófica y el asunto se pone caliente, a pesar del frío. Dan con una patrulla de zombis, en apariencia destacada del resto del Ejército de la Muerte.

Nadie sabe por qué esos tipos están solos, pero son pocos y parecen asequibles. Quizá sea la vanguardia, o exploradores. El caso es que se descubre que hay una nueva forma de aniquilar a estos engendros: además del fuego y del vidriagón, también es posible acabar con un número indefinido de ellos matando al caminante blanco que los transformó en zombis, como cuando en la conquista de México los españoles le arreaban al tipo con el plumaje más vistoso y un regimiento de mexicas bajaba los brazos. Atrapan al zombi, que chilla cual cerdo en matanza. Todo parece ir bien.

2-expedition-north-of-wall-scrncap-706-trailer

De pronto se desata el caos. Llegan los apaches, y los samuráis de Jon están verdaderamente jodidos. Son siete, un número muy a la mano para estas simbologías, acompañados también por un número variable de auxiliares: no me dio tiempo a contarlos, pero juraría que algunos mueren dos veces. Y llega el primer Deus ex machina del día: Jon envía a Gendry a Guardaoriente con la misión de alertar a Daenerys a través de un cuervo, por que de aquella sólo los salva un milagro de fuego.

Y a Gendry le salen alas. Parece Filípides el día de la batalla de Maratón: atraviesa valles, ríos, montañas, riscos, acantilados, llanuras infinitas, como un plusmarquista keniata. Gendry llega cual héroe de Heródoto, pero no para anunciar una victoria, sino un peligro inminente. Tan inminente, que los cuervos de Guardaoriente se convierten en nanorreactores. A Jon, mientras tanto, le da tiempo de conducir a su pelotón hasta un promontorio elevado sobre una laguna helada, que se rompe, manteniendo a distancia por unas horas a La Horda.

Daenerys recibe el mensaje en un tiempo récord y sale en rescate del amado, no sin antes recibir otro consejo trambólico de Tyrion, perdido del todo para la causa de los estadistas: no vayas. No mames, Tyrion, dijimos todos, mexicanos de pronto. Una cosa sí que hay que decir en favor de los Deus ex machina y de la maquinaria mágico-narrativa allanadora de obstáculos de la HBO, y es que consigue subir la excitación del espectador en grado superlativo. Sabes lo que va a ocurrir, y quieres que ocurra. Justo antes de que aparezca Daenerys sobrevolando el campo de batalla como la aviación americana al final de Salvar al soldado Ryan, los buenos están al límite. Literalmente. Pero llega la Khaleesi echando fuego por la boca. Juro que salté del sofá, como si Ramos estuviera marcando otra vez el gol de Lisboa.

dhyvuy6xuaenrug

Pero era evidente, viendo el tiempo que quedaba de metraje, que iba a ocurrir una desgracia. Reconozco que la pérdida del dragón era inevitable según la lógica de la serie: había que equilibrar las fuerzas, si no, de qué. Pero dolió mucho. La serie nos ha acostumbrado a amar a estos dragones desde la primera temporada. ¡Desde que eran unos huevos! Yo te conozco a ti desde que medías un palmo, suelen decir los viejos en los pueblos. Pasa lo mismo con estos tres bichos.

No nos habían preparado para ese jabalinazo del Rey de la Noche, en el que hemos muerto todos un poquito. Hay que mencionar, siguiendo el hilo de los antihéroes y de lo que Daenerys dijo en esa misma conversación (“los héroes suelen hacer cosas estúpidas”) que Jon Snow se comporta como un auténtico mameluco: están todos dispuestos a partir, conseguido el objetivo y achicharrado buena parte del ejército maligno, y Snow se pica con dos zombis a espadazos. La cosa estaba clara. Surgen ahora magnos interrogantes.

¿Cómo se va a destruir ahora al dragón malo? La versión zombi parece todavía más invulnerable que la viviente, puesto que ya es inmune a jabalinas y ballestas. Es de suponer que será la propia Daenerys, a lomos de otro dragón, la que le de matarile a su hijo. Se abre otro horizonte narrativo interesante: la historia de la madre que ha de acometer un sacrificio necesario pero emocionalmente devastador, el de acabar con un hijo que, sin embargo, ya no lo es, pues está muerto, aunque esa condición no diluya en absoluto el dolor de la madre.

28-night-king-scncap-706-trailer

No sé si habrá tiempo para que la HBO se recree en esto, por que el último Deus ex machina de la tarde, el del Tío Benjen, confirma, por si quedaba algún escéptico, que la serie se encamina a una guerra nuclear entre dragones, con un Bien y un Mal perfectamente definidos. Sólo quedan siete capítulos para que termine el Juego de Tronos, y me temo que ya no hay tiempo para la fontanería fina.

Lo del Tío Benjen es, junto a lo de Gendry, lo más artificial de todo: da la sensación de que el buen hombre ha salido dos veces a por tabaco en lo que va de serie, y en las dos se encontró en mitad de dos movidas sustanciales para el devenir de los acontecimientos. Podemos, como siempre, razonar sobre el camino tomado por la serie para reajustarlo todo, pero lo cierto es que se han quedado sin tiempo. No sé si económico, o material, pero ya no hay más cera que la que arde: quizá, si este era el final previsto desde el principio, se pueda acusar a los creadores de la serie de haber cargado la mano en las primeras cinco temporadas en líneas argumentales poco productivas, y de haber retardado el desencadenamiento de la acción en el norte. Puede ser.

Los caminantes blancos llevan siete temporadas vagando por un desierto blanco, parecen el pueblo judío tras salir de Egipto. Nadie nos ha explicado muy bien en qué consiste su amenaza, más allá de lo obvio, que es la muerte y la destrucción. ¿Para qué? Quizá ellos sean el Destino manifiesto, el Big Ban que en vez de generar vida, terminará con ella. Eso parece. Lo más probable es que los showrunners quisieran hacer de una historia que es una epopeya, en el fondo, algo más artístico, y se les terminara la mecha (repito, de recursos económicos, o literarios), creando una historia cuya promesa escondida siempre fue esta (la que estamos viendo, Juego de Dragones, Bien y Mal) pero que, por el camino e implícitamente, ha sembrado una serie de expectativas que quedarán insatisfechas.

La entrada Juego de Tronos 7×06 – Más allá del Muro: Análisis e impresiones aparece primero en Los Siete Reinos.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 899

Trending Articles